A simple vista, es solo una tienda de trajes elegantes: sacos impecablemente alineados, corbatas dispuestas con precisión, un ambiente clásico que no levanta sospechas. Pero, para los conocedores, hay un detalle que lo cambia todo: uno de los muebles no es lo que parece. Al abrirse, revela la entrada a un bar íntimo, misterioso y lleno de encanto.
El espacio es pequeño y acogedor, con una iluminación tenue que envuelve en una atmósfera perfecta para conversaciones pausadas y risas discretas. La carta de cócteles es una obra de arte en sí misma: no solo ofrece tragos estéticamente impecables y cuidadosamente elaborados, sino que cada uno viene acompañado de una historia, un relato que enriquece la experiencia de cada sorbo.
El personal es atento y conocedor, dispuesto a guiar a los visitantes a través del menú y recomendar opciones según gustos e intereses. Los precios reflejan el concepto y la calidad de las bebidas, pero cada detalle —desde la presentación hasta el sabor— hace que la experiencia valga la pena.
Este speakeasy no es solo un bar; es un viaje al pasado con un toque de misterio y exclusividad. Ideal para una cita especial o una noche distinta con amigos, es un rincón escondido de Antigua que, una vez descubierto, es imposible olvidar.
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